miércoles, 8 de abril de 2009

MIS BELLOS TORREONES

Dicen que cuando Melchor Almagro, visitó las ruinas de Pompeya creyó descubrir en sus ruinas trazos de edificios familiares semejantes a las casas tradicionales granadinas. Casas graciosas, holgadas, abiertas al aire con alegres patios y floridos jardinillos que eran un verdadero gozo para sus vecinos.

Ya nos quedan muy pocas de aquellas casitas que se generalizaron en Granada durante varios siglos. Como empiezan a ser igualmente escasas las edificaciones de tiempos más recientes, que, hasta los años 20, aún imprimieron personalidad propia a la noble y elegante arquitectura ciudadana. Aquí tenemos una buena casa de esta época a que nos referimos, que está siendo excelentemente restaurada. Se levanta en la Romanilla, esquina a la Pescadería, y es obra del arquitecto Ángel Casas, uno de los valores más considerados de una generación de profesionales realmente notable.

En esta ocasión, Casas se inspiró en construcciones antiguas granadinas. Los balcones poseen buena cerrajería y la decoración está diseñada con motivos renacentistas y ornamentaciones platerescas basadas en Diego de Siloé y en otros innumerables renacentistas del siglo XVI en la ciudad. La fachada principal la rematan dos bellos torreones abiertos.

Estos torreones abundaban en nuestro caserío granadino. Melchor Fernández Almagro, recordaba nostálgico un torreón que tenía en su casa, “que me permitía ver otras torres, presentir otros patios, en un paisaje de tejados y azoteas, realzado por torres de iglesia al alcance de mi mano, de mi oído”.

Contiguas a esta casa, otras más sencillas, pero cuya tipología fue también popular un tiempo. Una de ellas albergaba el típico restaurante “El Cepillo”, muy popular en su tiempo.

En el animado semblante callejero de la Romanilla, éste edificio -con el siguiente a la izquierda, también debido a Ángel Casas-, pone un acento de inequívoca distinción.

Este céntrico lugar, siempre curioso y transitado, simpático y ruidoso, alcanza hoy el paroxismo más violento de urbanismo demoledor: Veremos lo que nos queda en pié. ¡Crucemos los dedos!


(Basado en un relato de Juan Bustos).

Compárese el tamaño de las palmeras en una y otra fotografía

NITO

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