domingo, 8 de abril de 2012

EL TRANVÍA DE LA SIERRA

 Chamonix- Mont Blanc
El tranvía de Sierra Nevada fue un formidable procedimiento romántico de penetración en la Sierra y en sus vagones llevaron y trajeron sus ilusiones los montañeros granadinos durante casi cincuenta años. Pero eso, ya digo, no dejó de ser un sueño montañero.
Todavía hoy nos seguimos preguntando, una y mil veces, cómo lo dejamos perder. Cualquier país, cualquier provincia, hubiera luchado lo indecible por conservarlo.
Viajando en un tren “Bala de Plata” alpino en Chamonix-Mont Blanc (que a veces se ayudaba de cremallera) y que te deja en el Nid d´Aigle, a 2.372 metros. de altura, bello, rápido, calefactado, con compartimentos para esquíes, pero sosísimo en su trayecto, siempre parapetado en su trinchera, sin la vertiginosa audacia en el trazado del “nuestro” y –por supuesto-, sin su romántica silueta, me dio por recordar con tristeza el bellísimo relato del cronista granadino Juan Bustos sobre el “Tranvía de la Sierra” y que traigo aquí ahora.

El increible trazado del tranvía que se tragó el pantano

“Todavía son muchos los granadinos que recuerdan, con dulce nostalgia, la aventura bulliciosa y alegre de un paseo en el inolvidable tranvía de Sierra Nevada, cuyo itinerario pintoresco en grado sumo discurría por parajes de extraña belleza. Con estaciones en Lancha de Cenes, Cenes, El Blanqueo, Pinos Genil, Canales y Güéjar Sierra, aquel tranvía- ferrocarril parecía buscar los paisajes de mayor hermosura y emoción para deleite de sus viajeros, en buena parte lugareños de los pueblos mencionados, pero también turistas deseosos de vistas naturales encantadoras y, por supuesto, animadas excursiones juveniles los domingos y festivos.

Aunque sea generalmente sabido, no está de más recordar que la atrevida idea de este medio de locomoción, circulando en el silencio majestuoso de la sierra, cruzando simas y barrancos por rieles extendidos sobre estrecheces inverosímiles al filo de fondos precipicios, fue del duque de San Pedro de Galatino y conde de Benalúa, o, si se quiere, don Julio Quesada Cañaveral, cuyo nombre estará unido para siempre al recuerdo de una serie de iniciativas de ambicioso empeño e irregular fortuna.
El tranvía de Sierra Nevada fue, posiblemente, su más querido proyecto, y su bendición y puesta en servicio, el 21 de febrero de 1925, uno de los días más felices de la vida de dinámico aristócrata granadino.


El itinerario de aquel tranvía, quizás el más accidentado que un vehículo de esta índole haya recorrido jamás, discurría primeramente por una parte de la vega, hasta que en Pinos Genil empezaba a ascender, cruzaba túneles abiertos en la roca, corría audaz por el borde de abruptas laderas y salva puentes bajo los cuales espumaban, turbulentas, las aguas de los manantiales de la montaña. De lo difícil del terreno daba idea que en un trayecto de nueve kilómetros (de Pinos a Maitena), salvaba el tranvía hasta 14 túneles y más de una veintena de puentes.


J. Moreno Casado registraba admirativamente el hecho en una crónica que, sobre el tranvía de Sierra Nevada, publicó en ABC, porque la noticia del atrevido proyecto, convertido en realidad, tuvo resonancias nacionales cierto tiempo.
Se habló mucho de que, quizá, el trazado de la línea pudo hacerse por parajes menos accidentados, lo que hubiese facilitado los trabajos e incluso reducido los presupuestos. “Pero en cuanto a pintoresco y emocionante –decía el mismo cronista- no cabe exigir más a un ferrocarril de montaña, insospechado, por otra parte, en el mediodía de nuestra patria, que ofrece, sin embargo en Sierra Nevada, una zona de insuperables condiciones y que esta extraordinaria al turismo y al deporte de la nieve”.


Estacion de Pinos Genil

El duque de San Pedro de Galatino lo había entendido bien y su tranvía siguió el trayecto de topografía complicada, porque era el que permitía disfrutar con la vista de más bellos parajes. En el monumento levantado al aristócrata en los jardines del Genil, en 1923 a iniciativa del Centro Artístico, luce un lema elocuente y cierto: “Fue mi anhelo abrir el camino a la sierra y ofrecer a Granada sus emociones y tesoros”.
La carretera de Sierra Nevada, en cuya iniciativa tan resueltamente colaboró; la construcción del primer hotel en la montaña, con clara visión de futuro; y, por supuesto, el popular y entrañable tranvía al que dedicamos estos comentarios, fueron algunas de las acciones del duque de San Pedro de Galatino a favor de la difusión y lo que ahora llamaríamos “lanzamiento” de nuestra sierra”.

Acercándose al mítico "Púlpito de Canales"

NITO
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4 comentarios:

Antonio Montufo Gutiérrez dijo...

Siempre lo digo y no me cansaré de repetirloy es que lo mejor de la Murga es la variedad de temas que se trata en en ella, ese enriquecimiento es lo que caracteriza a nuestro blog, tras este introducción he de decirte que el tema de esta semana va remover muchos recuerdos de nuesttra juventud.Ver esas imágenes a gran parte de la entonces juventud granadina rememoraremos las subidas en el tranvia de la Sierra con el añorado P. Ferrer para pasar unos días en el Charcón o alguna excursión partiendo de la estación de Güejar para por el Castañar arriba llegar a la laguna de las Yeguas y bajar por el barranco de San Juan a coger el último travia y regresar a Granada.
Su desaparición en aras de un mal llamado progreso fue un crimen contra el paisaje y el paisanaje.
Antonio

Manuel Espadafor Caba dijo...

Ciertamente el duque de San Pedro fue un emprendedor extraordinario, ¡qué lástima que Granada no hubiera tenido dos o tres emprendedores como él! Es cierto que es por el añorado tranvía de la Sierra por lo que más se le recuerda, pero aparte de esa obra y el famoso Hotel Alhambra Palace, él promovió otras obras tan importantes o quizás más que todo eso, un ejemplo lo tenemos en la maravillosa obra del Canal de la Espartera, del ingeniero José Morell Cuéllar, con 7.035 metros de largo y transcurriendo parte de ellos (2.277 metros) por 47 túneles y por un terreno verdaderamente escabroso y difícil. Vierte sus aguas desde una altura de 407 metros hasta la fábrica de luz de Dílar, que producía y enviaba la electricidad hasta Benalúa de Guadix, donde el Duque de San Pedro tenía una fábrica de esparto, de ahí el nombre del canal.
Estimado Nito, he aquí un reto para una nueva entrada en la Murga.

juan gomez dijo...

smarCompletamente de acuerdo con vosotros, una vez mas se llena el alma de nostalgia y recuerdos. "Así era Antonio", "el viejo tren amarillo" nos dejó, pero sigue vivo en los que tuvimos la suerte de poderlo disfrutar. Guardo todavia algun que otro billete de ese viaje al Charcón.Toda una aventura.
Perdoname Nito, pero quizás no querias nombrar Dudar y Quentar entre las estacioes o paradas del tranvía, pues en estos pueblos nunca las hubo. Sinembargo si que existe el proyecto que uniría el Barranco de San Juan (vegueta del caracol) con el primer Albergue "Sierra Nevada" mediante un fonicular: Conservo el dibujo de este proyecto que pongo a tu disposición para cuando lo quieras.
Enhorabuena de nuevo.
Juan Gómez

Nito dijo...

Amigo Juan: Me he de rendir ante la eficacia de ojos que me leen con tanta atención y mentes críticas que no me dejan pasar ni una “mihitilla”…

Tienes razón: El tranvía nunca pasó por Dúdar ni Quéntar, ha sido un lapsus, pero… ¿A que habría sido bonito…?

Esto pasa cuando espigueas –sin mucha reflexión - de un autor en el que confías ciegamente.
Si diré en mi descargo que, en los cuatro proyectos anteriores al definitivo del Duque de San Pedro, sí estaban contemplados los referidos apeaderos.

Un abrazo